14 de noviembre de 2010
A las organizaciones sociales y de Derechos Humanos,
A nuestros hermanos nahuas de la Sierra de Zongolica,
Moixpantzintle nochtin nokniwan tlen in walmoikake nikan towan. Timechtlahpalowa ika nochi toyolo.
A nuestros hermanos aquí presentes les damos la más grata bienvenida por acompañarnos en este momento importante para nosotros y para la gente que se está organizando. Nos complacemos en presentar esta organización de promoción y defensa de los derechos humanos, la cual hemos venido construyendo desde hace aproximadamente un año.
Somos una agrupación que busca contribuir a la defensa y promoción de los Derechos Humanos en nuestra región de la Sierra de Zongolica. Nos hemos propuesto como misión la de informar, orientar, apoyar y defender a nuestros pueblos, pues hemos sido abandonados y marginados por más de cinco siglos, quedando fuera de los proyectos de desarrollo estatal y nacional.
Una y otra vez hemos visto cómo en nuestra propia tierra nos han dejado fuera de las decisiones económicas, sociales, políticas y culturales que nos afectan directamente, además de que se nos ha despojado de nuestras tierras y recursos, y se nos ha sometido a políticas de exterminio, político, económico, social, cultural y en muchos casos también físico.
Después de tantos siglos de colonialismo y opresión, hoy, a principios del siglo XXI nos encontramos casi en la misma situación, sufriendo de lo que el Dr. Pablo González Casanova llamaría el “colonialismo interno”, ya que seguimos siendo excluidos y marginados, viviendo en condiciones de pobreza y extrema pobreza, y sometidos a una política gubernamental que no logra garantizar el respeto a nuestros derechos humanos y a nuestros derechos como pueblos indígenas, como hombres y mujeres.
Es por esto que vemos necesario organizarnos, al amparo de los diferentes instrumentos de derechos humanos nacionales e internacionales, para defendernos de los atropellos a los que hemos sido sujetos por el poder, desde la época de la conquista hasta la actualidad.
ANTECEDENTES HISTÓRICOS
Los pueblos nahuas que habitamos la Sierra de Zongolica somos originarios del Anáhuac. Llevamos cientos de años viviendo aquí. Nuestros antepasados desarrollaron una cultura milenaria y una sociedad que no era menos que cualquier estado europeo de la época. Ellos tenían la capacidad de convivir con todos los pueblos vecinos, pues la cultura dominante que existía no consideraba a los otros como inferiores ni tampoco pensaban en exterminarlos como hizo la cultura europea en nuestra América y en otros pueblos del mundo.
Con la llegada de los europeos encabezados por españoles, portugueses, ingleses etc., en estas tierras del continente se impuso a sangre y fuego una lengua, religión, política, economía y una ideología ajena a la de nuestros antepasados. Se nos impuso una cultura de exterminio en todos los aspectos de la vida de los pueblos originarios y desde entonces nuestros pueblos sufren esos crímenes de lesa humanidad.
En el antiguo Anáhuac, lo que hoy es la República Mexicana, había muchos pueblos que hablaban diferentes idiomas y actualmente sólo quedamos algunos de esos pueblos, porque más de la mitad de nuestra población fue exterminada por la guerra, las enfermedades y el trabajo de esclavos al que fueron sometidos los habitantes del antiguo Anáhuac.
En la sierra de Zongolica, subregión de las altas montañas que pertenece al estado de Veracruz, vivimos los pueblos nahuas que somos originarios de estas tierras, que hablamos el idioma náhuatl y que conservamos todavía nuestra cultura.
La región de Zongolica ha participado y contribuido en las gestas heroicas y culturales de nuestra patria como la independencia con el Generalísimo José María Morelos y Pavón, y en la Revolución con Zapata y con Carranza. En la cuestión cultural, nuestro pueblo contribuyó en los colores de nuestra bandera nacional y con la conservación de la lengua y las tradiciones que son parte de la identidad de los pueblos nahuas de Veracruz y de México.
Pero desafortunadamente los pueblos originarios o como se nos llama, indígenas, hemos sido marginados, olvidados y segregados por siglos; y eso también se llama exterminio, aunque no quieran aceptarlo así los gobiernos del pasado y los de hoy. Se llama exterminio porque han querido borrar nuestra cultura, bajo un discurso de eso que le llaman modernización y desarrollo. Nos han dicho que nuestros pueblos y nuestra cultura son atrasados, que nuestro idioma es un “dialecto” y que nuestras costumbres van en contra del progreso y de la globalización.
Y cuando nos hemos atrevido a buscar una forma diferente de organizarnos, cuando hemos decidido hacer valer el derecho de los pueblos a organizarnos de acuerdo a nuestras propias formas y maneras, hemos sido sometidos a la represión, como sucedió con la masacre del municipio de Tehuipango en 1979, cuando el gobierno del estado mandó pistoleros para asesinar a nuestros hermanos nahuas que quisieron organizarse de manera autónoma y diferente a la política del gobierno.
Los gobiernos federal y estatal, lejos de aceptar y apoyar nuestros derechos como pueblos indígenas, han mandado una y otra vez a sus fuerzas represivas a nuestra región para amedrentarnos, llegando incluso a las más brutales violaciones, como en el caso de la ancianita Ernestina Ascencio, del municipio de Soledad Atzompa, aquí en la Sierra, quien en el 2007 fue violada tumultuariamente y después asesinada por elementos del Ejército Mexicano. A pesar de las pruebas contundentes de esta violación, el gobierno, avalado por la CNDH, dijo que Doña Ernestina se murió de gastritis aguda. Para nosotros esto es indignante, pues nos recuerda que para las instituciones de gobierno, los pueblos originarios no tenemos derechos.
En el 2006, los hermanos Tzompaxtle Tecpile, miembros de nuestra promotora de derechos humanos, fueron también sometidos a indignantes violaciones a sus derechos humanos por el hecho de ser indígenas. Fueron detenidos circunstancialmente por la policía federal de caminos en la autopista Orizaba–Córdoba acusados de tener vínculos con grupos armados insurgentes, y porque su hermano Andrés fue desaparecido por el Ejército Mexicano en 1996 acusado también de ser rebelde. Por estos motivos, fueron arraigados sin ninguna acusación por un periodo de tres meses, y después encarcelados dos años y diez meses en cárceles de la Ciudad de México, bajo acusaciones de delitos que no tenían ningún fundamento. Gracias al apoyo de las organizaciones de derechos humanos no gubernamentales, organizaciones sociales, personalidades del país y periodistas, los delitos probaron ser falsos, y entonces fueron finalmente liberados.
Sin embargo, las violaciones a los derechos humanos siguen siendo una constante en nuestra región. No podemos quedarnos sentados viendo cómo en pleno siglo XXI, aquí en la Sierra todavía 91% de la población no cuenta con seguro médico y 42% de los adultos no saben leer y escribir, llegando a extremos como en el municipio de Tehuipango en donde el 85% de la población adulta no sabe leer y escribir y 61% de la población nunca fue a la escuela, o como en Astacinga, en donde 69% de las mujeres no saben leer ni escribir. Aquí en la Sierra de Zongolica, el 75% de las viviendas todavía tienen piso de tierra y el 71.5% no cuenta con drenaje.
Frente a esta situación, el gobierno lejos de impulsar las políticas necesarias para garantizarnos una vida digna, sigue impulsando proyectos que responden a otros intereses y no a nuestras necesidades reales, como en el caso de Atlahuilco en donde se puso un drenaje con materiales no adecuados, que hicieron que el agua se regresara y que se tuviera que suspender su funcionamiento. La misma situación se repite en Astacinga en donde se construye actualmente el drenaje pero con tuberías muy pequeñas y sin hacer caso a las necesidades reales de la gente.
Hoy se nos sigue viendo como desechables, mientras que se les regala a las grandes empresas nuestros recursos. Esto es así pues, como en Mixtla de Altamirano, se pretende construir una presa hidroeléctrica después de concesionar a una compañía privada el río que es de todos nosotros. Y cuando se construya la presa que inundará muchos terrenos, los habitantes de la Sierra nos veremos afectados por el agua contaminada río abajo.
En municipios como Rafael Delgado, en donde el 84% de la población no tiene seguro médico, las autoridades oficiales tratan de poner ilegalmente una antena de telefonía celular en pleno terreno ejidal y sin la autorización de los pobladores. Al gobierno y a las compañías privadas no les interesan los daños que pueda tener la antena a nuestra salud y al medio ambiente. Lo único que quieren es que incrementen las ganancias de la compañía telefónica, violando nuestro derecho al uso y disfrute de nuestros propios recursos y a decidir por nosotros mismos cómo debe ser nuestro desarrollo.
Ante estos antecedentes, hemos visto la necesidad urgente de las organizaciones de derechos humanos en nuestra región, no una sino varias con el fin de defender nuestros derechos. Pero principalmente, hemos visto que nosotros mismos podemos defendernos para no depender de otras personas que nos defiendan. Es por esto que hemos decidido formar esta organización, netamente indígena, nahua, y nos hemos propuesto caminar junto con las demás organizaciones en la región para que ya no se nos siga viendo como gente sin derechos. Hoy nos organizamos con orgullo y dignidad para defendernos a nosotros mismos. Para defender nuestros derechos como pueblos, para defender nuestro camino, el camino de nuestra historia.
Una organización también de mujeres
Una de las principales preocupaciones de nuestra organización de Derechos Humanos es la defensa de los derechos de la mujer. Para nosotras, los derechos humanos y de los pueblos indígenas van de la mano con los derechos de la mujer porque nosotras no podemos separar nuestra pertenencia a un pueblo originario con el hecho de ser mujeres. Somos indígenas y mujeres al mismo tiempo. Creemos que para las mujeres de la Sierra de Zongolica, la violación a nuestros derechos es doble, porque actualmente existe una gran discriminación en contra de las mujeres, que se lleva a cabo desde las instituciones del gobierno, pero también desde nuestra vida cotidiana, pues aquí sigue siendo común encontrar mujeres golpeadas por sus parejas, o mujeres que se les sigue viendo como mano de obra gratuita.
En los municipios de la Sierra de Zongolica se sufre la pobreza y la marginación, pero en el caso de las mujeres, esta es todavía más grave. En municipios como Tehuipango, el 94% de las mujeres adultas no saben leer ni escribir, y 78% nunca fueron a la escuela. En Astacinga, 69% de las mujeres no saben leer ni escribir. En Mixtla de Altamirano 83.5% de las mujeres adultas no saben leer ni escribir. En Naranjal, 54% de las mujeres adultas sólo tienen estudios de primaria.
Se nos ponen obstáculos para que no podamos preparemos y sigamos siendo vistas como objetos. Aquí en la sierra seguimos sufriendo de violencia doméstica. Se violan constantemente nuestros derechos reproductivos, y no existen las condiciones suficientes para que tengamos buena atención a nuestra salud. Casos como el de la señora Ernestina Ascencio quien fue violada por miembros del Ejército y después asesinada, quedan impunes. Al gobierno no le interesó castigar a los culpables, pues se trataba de una mujer indígena.
Es por esto que ahora buscamos apoyarnos en tratados internacionales como la Convención Contra la Discriminación Contra la Mujer, y dar talleres de género y de derechos de las mujeres en nuestras propias comunidades, formando promotoras que también puedan dar estos talleres. Así queremos asegurarnos de que ya no se sigan repitiendo estas violaciones. Queremos que todas las mujeres de la Sierra de Zongolica podamos vivir dignamente y tengamos las herramientas para defender nuestros derechos. Estamos orgullosas de ser mujeres, mujeres indígenas, es por esto que nos estamos organizando y seguiremos organizándonos hasta que se nos respeten nuestros derechos.
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